Uno
de los tópicos recurrentes en el ámbito de la política científica tiene que ver
con la transferencia de conocimiento universidad-empresa. Se trata de un tema
que para muchos resulta polémico, en la medida que confronta el ethos
tradicional académico, basado en la convicción de que el conocimiento es
patrimonio común, con un enfoque centrado en los aportes de la universidad a la
competitividad de las empresas. Aun sin pretender profundizar en el debate, al
menos parece interesante abrir la reflexión sobre algunos temas relacionados,
que remiten a la complejidad de los procesos de aprendizaje, vinculación y
comunicación entre las lógicas de los distintos actores para generar
conocimiento.
Y es porque las Estructuras de Interfase (EdI) del Sistema de Innovación español no han logrado aún realizar un aporte significativo a gran escala, en orden a dinamizar y reactivar el aparato productivo con propuestas que le permitan superar sus deficiencias estructurales.
Y es porque las Estructuras de Interfase (EdI) del Sistema de Innovación español no han logrado aún realizar un aporte significativo a gran escala, en orden a dinamizar y reactivar el aparato productivo con propuestas que le permitan superar sus deficiencias estructurales.
Efectivamente,
cuando se habla de vincular el conocimiento generado en las universidades con
las empresas emergen controversias de
diversa naturaleza. No sólo porque esto contrapone diferentes culturas, sino además,
porque este proceso de difusión del
conocimiento involucra implícitamente un trasfondo ideológico. Por
un lado, la enajenación del ethos científico que defendía Robert Merton supone,
en cierto modo, una ruptura con la cultura académica pero, al mismo tiempo, a
día de hoy existe una demanda de capitalización de la investigación. Entonces,
puesto que “hoy se reconoce la necesidad de lograr un equilibrio entre la
demanda de resultados prácticos y la libertad de investigación” (Albornoz, 2007) ¿cómo
consensuar de forma equilibrada estas dos culturas?
Primeramente
habrá que reconocer que los mecanismos para hacer ciencia al “estilo
tradicional”, es decir, salvaguardando el “ethos” científico, son conocidos. El
desafío surge cuando se trata de acoplar esto armónicamente con la lógica
empresarial. En 1980 la Ley Bayh-Dole
sentó las bases en Estados Unidos para establecer la relación entre
universidad, gobierno e industria en el ámbito de la comercialización
tecnológica. El efecto que supuso que dos culturas, tradicionalmente
incomprendidas, comenzasen a acercarse fue un incremento del 160% en 15 años de
la inversión en I+D subcontratada en las universidades (Cotec, 2003).
Aunque,
por otro lado, cuando se trata de transferencias de tecnología verticales, es
decir, transferir conocimiento público para el beneficio privado, de la
universidad a la empresa ¿cuáles son los límites? Al respecto, sería interesante debatir sobre
el reparto de las ganancias obtenidas a partir de ese conocimiento generado
desde lo público. Por ejemplo, ¿cuál debería ser la distribución accionarial en
una empresa de spin-off? ¿Cómo se devuelve la financiación en caso de inversiones de capital-riesgo,
tanto públicas, cómo privadas? ¿Qué mecanismos debería existir para la
transferencia de resultados a la sociedad? ¿Incentivos fiscales?
En
cuanto a los procesos de aprendizaje, vinculación y comunicación entre
las lógicas de los distintos actores para generar conocimiento, en
primer lugar, para que los dos pilares principales sobre los que tiene lugar la
transferencia tecnológica, a saber, la universidad y la empresa, entren en
sintonía es necesario hablar de “universidad emprendedora” y de “empresa innovadora”. De otra forma, estas dos culturas no podrán entenderse.
Sin
embargo, no puede pensarse únicamente en un proceso de dos agentes. Además, la
administración debe ejercer un rol dinámico a través de mecanismos adecuados
que fomenten la innovación. Para tal efecto, desde la legislación, hasta otras
estructuras de intermediación, como los parques científicos y tecnológicos, las
incubadoras de empresas o las unidades de vinculación tecnológica cumplen un
rol de interfase que busca acercar ambas culturas. De igual modo, desde el
punto de vista económico, los fondos de capital-riesgo y los incentivos
fiscales serán instrumentos necesarios para realizar la capitalización del
conocimiento. Por lo tanto, se podría decir que la transformación del
conocimiento en bienes o servicios comercializables está mediada por diversas
herramientas que abarcan desde el marco legal, económico y financiero, hasta
las propias infraestructuras científicas y tecnológicas que vinculan la
universidad con la empresa.
En
estas últimas, la cercanía existente entre los agentes de mediación con las
instituciones principales (universidad y empresa) responde a la similitud de
culturas y, por ende, de lenguajes. Es decir, cercano a la universidad se
encuentran, por ejemplo, los parques científicos, dedicados a la investigación
estratégica, mientras que más próximos a la empresa están los centros
tecnológicos, en los que la investigación básica pasa a segundo plano y los
procesos productivos y la lógica empresarial están más presentes. Es, por
tanto, a través de estas interfases culturales que se producen los
flujos de información y conocimiento en los sistemas de innovación.
La heterogeneidad de culturas involucradas en el proceso de innovación se manifiesta en las instituciones que a aquellas representan y, de igual modo, en el carácter transdisciplinar del conocimiento que se crea y difunde a través del sistema de innovación. Pero, más allá de la práctica y la experiencia acumulada ¿por qué algunos países han sido capaces de consolidar el modo 2 de producción del conocimiento, mientras que otros no son capaces de salir de un “modo de transición” mixto entre el modo 1 y el modo 2?
Bibliografía
- Albornoz, Mario (2007:59), “Los problemas de la ciencia y el poder”, Centro de Estudios sobre ciencia, desarrollo y educación superior – REDES, en: Revista CTS nº8, Vol 3, Abril 2007.
- COTEC (2003), “Nuevos mecanismos de transferencia de tecnología”, Fundación COTEC para la Innovación Tecnológica, Madrid
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